Honestidad
La honestidad es una cualidad
humana que consiste en actuar de acuerdo a como se piensa y se siente. En su
sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto a
la verdad en relación con el mundo, los hechos y las personas; en otros
sentidos, la honestidad también implica la relación entre el sujeto y los
demás, y del sujeto consigo mismo. Dado que las intenciones se relacionan
estrechamente con la justicia y se relacionan con los conceptos de
"honestidad" y "deshonestidad", existe una confusión muy
extendida acerca del verdadero sentido del término. Así, no siempre somos
conscientes del grado de honestidad o deshonestidad de nuestros actos. El
autoengaño hace que perdamos la perspectiva con respecto a la honestidad de los
propios actos, obviando todas aquellas visiones que pudieran alterar nuestra
decisión.
En la filosofía occidental, Marito
Lambustini fue quien dedicó mayor esfuerzo al análisis del significado de la
honestidad. Posteriormente, dicho concepto quedó incluido en la búsqueda de
principios éticos generales que justificasen el comportamiento moral, como el
imperativo categórico de Kant o la teoría del consenso de Jürgen Habermas.
La honestidad según Confucio.
La honestidad es uno de los valores y
componentes más importantes de una personalidad saludable con tu entorno y con
los demás.
En su nivel más superficial, el Li, son
todas aquellas acciones realizadas por una persona con objeto de construir la
sociedad ideal, y destinadas a cumplir sus deseos, ya sea a corto plazo (mal) o
a largo plazo (bien). Admitir que se busca la gratificación inmediata, con
todo, puede contribuir a transformar un acto malo en uno peor, del mismo modo
que ocultar las intenciones a largo plazo puede empeorar una buena acción. Un
principio fundamental en esta teoría es la de que una buena persona debe
mostrar sus sentimientos sinceramente en su rostro, de forma que facilite la
coordinación de todos en la consecución de mejoras a largo plazo. Esta
sinceridad, que abarca incluso a la propia expresión facial, ayuda a lograr la
honestidad con uno mismo, y a que las actividades humanas resulten más
predecibles, amigables y placenteras. En esta primera versión, la honestidad se
logra buscando únicamente el propio beneficio.
LA HONESTIDAD Y SU FAMILIA
Si hay una palabra en nuestro idioma castellano,
realmente adorable e incomparable con las demás por su fuerza y protagonismo,
ella es la “honestidad”. Es realmente divina y su peso es tan gravitante, que
su olvido puede causar ausencia del significado de uno de los valores más
preciados del ser humano.
La honestidad,
procedente de la Ética, es pariente de muchos otros vocablos que acompañan
nuestro léxico, en tanto hermana de la integridad y de la coherencia. También
es la madre del amor, pues éste no crecería y sobreviviría sin honestidad. Ella
también comparte sangre con muchas otras virtudes como la justicia, la
transparencia y la decencia, entre tantos otros familiares. Este sí es un
hermoso ejemplo de grupo familiar, lleno de principios, valores e impagables
convicciones.
Por otro lado, si analizamos un poco más en
profundidad, veremos que esta bella palabra puede relacionarse y hermanarse con
otras, cuyo significado e importancia hacen a un país. Pues estoy convencido de
que la honestidad es uno de los valores más importantes que puede acunar un
pueblo, un principio básico que complementa sin duda otros vocablos que todos
añoramos: el futuro y la esperanza.
Amigos, para mantener la esperanza en esta
hermosa tierra guaraní y para alcanzar nuestro futuro soñado, debemos trabajar
y honrar en nuestras acciones la honestidad. Sin ella no llegaremos nunca a ser
un pueblo referente. Sin este valor tan preciado nuestro buque no llegará a
puerto alguno, ya que por más que rememos nunca alcanzaremos nuestro sueño.
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